Friday, November 24, 2006

13-diciembre-2006

La niña pequeña queda mirando, sus ojos deben ser negros. La velocidad es lejanía y quedamos solas, es decir, quedo sola yo. Ella quedará con sus, destacaba entre todas una que era negra. El camino cambia, la arcilla se torna roja, verde, azul, amarilla. Este es el espacio en que el chacal retornaría, de buen grado, hacia el árabe. Pero es el árabe quien maneja los hilos, lo ha obligado casi a retornar, "necesito tus palabras" ha susurrado. El árabe, como siempre.


Thursday, November 23, 2006

Vert

Alguien espera. En el centro de su espera, un perro muerto, ladra. Alguien espera aquello que ya nadie espera. La ciudad se ensancha como un gran corazón y sale lentamente a decir no. Y es dulce oír. El corazón ya no puede dejar de latir, verde. Pero el río no deja de correr, la distancia se afila, la orilla dubita, poseída, el puente crece, alto, se balancea. No sin dolor vas a poder volver tanto. Tan lejos. Alguien saltó de este puente y salió nadando, ileso, imposible, como. El silencio. Arriba duermen las nubes impalpables. Me mantengo ilesa en el vértigo. Un hilo tan delgado me hará caer pronto, te digo, con voz de árbol, con temblor de hormiga. Un hambre de insecto camina en la cocina. Ella y yo nos hemos mirado. Cómo podría no adivinar sus razones. Ella era fluída, en la opacidad. Sucedió como si me hubiese mirado una piedra. Palabra. Sus caderas sostenían todo el aire, pero tenías miedo de llamarla, tu mujer. El rostro creciendo, creciendo. Crecido ya para las decapitaciones. La reina loca.

Tuesday, November 21, 2006

O lustre


La araña implume. Sentía como pulpo, es decir arribaba, desde allá lanzaba emanaciones indecentes. La voz callaba, calaba en lo profundo, calaba en lo estéril, en el pensamiento, algo aún por venir se adivinaba. La araña estéril, vidriada, se vengaba desde el olvido. Se vengaba de un olvido aún por venir, quiero decir. Abandonar el sombrero es la muerte. Algo como un sueño con palpitaciones de hormiga. Pobreza. Pobreza bella y atroz, nada más. La palabra se arrastraba, una pulsación silenciosa de raíces. Algo tenía que callar para que la vida fuera posible. El amor.
Bella incapacidad para el amor. No se quiere el sufrimiento. Se quiere la expectación, mirar con todo el cuerpo y luego morirse. Si el río corría era porque sombreros traía. La piedra es un sombrero, la piedra también puede ser incrustada de raíz en el pecho. Horrible palpitación pétrea. La araña te escupe. Te deja bizca. El amor también te ha dejado estúpida. La voz estridente, demasiado joven, demasiado vieja. La voz resopla, susurra palabras húmedas, las caderas se ensanchan, creas el amor. Creas la importancia de llamarte nadie. Te ridiculizas, hablas. Locuaz, loca, loca, loca!. La araña te olvida en medio de la calle y caes. Caes como si nada hubiese caído nunca. Tu amor te olvida. La calle fúnebre. Las ruedas giran metálicas y un sabor a llaves tuerce tu lengua. Siempre hay un hombrecito en escena. Siempre hay un hombrecito padeciendo de piedad. Su piedad se extiende hasta ti, viscosa, sin vacilación. Alguien ha ofrecido su cabeza para la decapitación. La princesa. La araña se pliega, ha echado las cartas sonando a pluma y no ha tenido piedad. La araña ha poseído también a tu amor. Te ha mirado. Ha sido hermoso verte morir. Tú también lo has sentido, loca, lo has visto venir y has ofrecido el cuerpo. Has ofrecido el cuerpo con un amor monstruoso, anterior, anterior al mismo amor. La incapacidad de llegar hasta el pensamiento. La princesa tenía los dientes más blancos que los tuyos. Su rostro era un encantador de serpientes. Era imposible no saberla hermosa. Era imposible no amarla como es imposible no amar la muerte. Sin embargo, qué horrible era.

Sunday, November 05, 2006

La Fatalidad

Bueno, es así, más o menos. Un lugar, un plano absolutamente débil, ni siquiera un lugar, es algo que intuyes, algo a lo que has llegado después de un riguroso nomadismo inmóvil. Y ves. Hay un hombre en el fondo, va corriendo, como llevado por una urgencia extraña. Asimilas su urgencia, te asimilas a él, pero nunca sabes. Nunca supiste de su urgencia. Sólo corriste detrás de él. El hombre es casi bello, triste, muy triste, tal vez se conocieron a la entrada de un hotel, el caso es que nunca sabes, sólo te abalanzas con el cuerpo (que súbitamente surge desde alguna parte) y lo utilizas para correr detrás de él. Oscurece, el bosque se crea a partir de sus pasos. Notas que tiene un frasco en la mano, ahora sí, recuerdas, se conocieron en el hotel, él no dejaba de mirar tus manos. Tu debilidad le hizo surgir un amor morboso, triste. Culpable. Tus manos le parecieron dos animalitos enfermos, tu rostro casi feo, tu sonrisa llena de dientes. "No quiero que sepas quién soy". La nocturnidad. Esperando la muerte. Ha tomado el frasco y ha sorbido convulsiones. Su cuerpo ha sido el lugar de batalla. Veneno espectral. Desesperar la muerte. Otra vez. Has recordado eclipses. El día en que abandonaste a tu muerto más amado. Has aullado porque nunca más las estrellas.
Despertar. Has vuelto a casa, y te has puesto a pensar en el hombre, casi pudiste haberlo amado. Su determinación. No?